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La
primera parte del versículo afirma que con la venida de Jesucristo, el reino de
Dios se acercó y comenzó su establecimiento en este mundo. Por muchos siglos,
la humanidad había sido dejada en la ignorancia y todos los pueblos se
desviaron en sus diversas religiones, apartándose más y más de la Verdad; pero
hasta el pueblo judío, con el cual Dios había hecho un Pacto por misericordia,
para darse a conocer a ellos, también se mostró infiel, de manera que solo unos
pocos estaban anhelando al Mesías prometido.
Entonces Dios, que les había hablado en el pasado, muchas veces y de
muchas maneras en otro tiempo, por medio de los profetas, en la consumación del
tiempo, envió a Su propio HIJO, al Verbo eterno y habló por medio de Él. (Hebreos
1:1-2)
Así es,
los últimos tiempos comenzaron con el ministerio de Jesucristo y desde entonces
sus seguidores han propagado sus enseñanzas por todo el planeta, anunciando que
Cristo es el rey y que debemos someternos a su reino.
Sin
embargo, los apóstoles también profetizaron que el evangelio sería tergiversado
y manchado por apóstatas, lo cual ocurrió desde los primeros siglos de nuestra
era y es por esta razón, por lo que muchísimos de los que profesan ser
cristianos, ni siquiera conocen de qué se trata el Evangelio.
La
palabra Evangelio (griego ευανγελιον ) significa “buenas noticias” y era usada
en el mundo antiguo por ejemplo cuando los heraldos se adelantaban al ejército
vencedor para anunciar al pueblo que la guerra había sido ganada.
El apóstol Pablo resume el Evangelio en la declaración de que Cristo
murió por nuestros pecados, que fue sepultado y que resucitó al tercer día. (I
Corintios 15:3-4), pero ¿en qué sentido esto es una buena noticia?
Todo
esto no puede ser apreciado como una buena noticia, mientras el individuo no se
percate de cuál es su situación ante Dios y cuán necesitado está de la
salvación. Las personas no se consideran a sí mismos enemigos de Dios y no
piensan que viven en guerra con Dios. Pero la Biblia afirma que Dios ve a los
hombres como sus enemigos y que está en guerra con nosotros por causa de
nuestro pecado.
Esto es
lo que dice la Biblia:
“Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los
que hacen iniquidad” (Salmos 5:5).
“Dios es juez justo, y Un Dios que se indigna cada día contra el
impío”(Salmos 7:11).
“Dios ha mirado desde los cielos para ver si hay alguno que entienda,
alguno que busque a Dios, todos se han desviado, a una se han corrompido, no
hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno” (Salmos 53:2-3).
No solo
los ateos están en guerra con Dios, todos nos hemos desviado del camino recto,
unos de una manera y otros de otra.
En Edén, Dios expulsó a Adán y Eva de su presencia por causa de una
desobediencia y puso querubines para impedirles el acceso al árbol de la vida
además de una espada encendida que se revolvía para intimidarles (Génesis
3:24). Desde ese momento toda la raza humana vive en enemistad con Dios.
Nuestros primeros padres fueron expulsados por un solo pecado y nosotros hemos
pecado miles de veces, agravando nuestro merecido castigo.
Cuando
llegamos a reconocer esta realidad y la miseria espiritual en la que todo
hombre se encuentra, el Evangelio comienza a tener sentido.
¡La
buena noticia es que hay perdón para el pecador que se arrepiente y confía en
Jesús!
Pero,
mientras la persona no sea consciente de la culpa de su pecado y mientras su
conciencia no sea despertada para percibir la grave situación en la que se
encuentra, el Evangelio seguirá siendo incomprensible.
La Biblia dice que todos nosotros éramos enemigos pero Dios ha
reconciliado a los creyentes por medio de la muerte de Su HIJO.(Romanos
5:10).
Jesucristo,
al morir, experimentó no solo un dolor físico indescriptible, sino que Dios el
Padre descargó en él, todo el peso del castigo que merecían pecadores de toda
clase y esta fue la pena que lo hizo gritar en la Cruz “¿por qué me has
abandonado?” Dios lo trató a él como al peor de los pecadores. Sin embargo, una
vez que Él realizó esta misión, habiendo vencido toda su vida contra el pecado,
venció también sobre la muerte y fue exaltado al la diestra del Padre. Desde
allí, volverá un día para juzgar a los vivos y a los muertos y entonces su
reino será consumado.
Esta
verdad se incluye en el credo que se recita en muchas iglesias, pero no parece
haber afectado la vida de los que lo han memorizado. Deberíamos preguntarnos
¿por qué? La victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte es la mejor
noticia para todo aquel que atienda el llamado al arrepentimiento.
Si estás
dispuesto a arrepentirte (dejar tu propio camino) y rendir tu vida al Señor
Jesucristo, recibirás perdón y serás limpiado de todos sus pecados. ¿Crees este
Evangelio?
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